El domingo pasado los fanáticos de la Fórmula 1 nos pasamos la mañana imaginando el comienzo de la carrera y sus miles de situaciones posibles. La largada con Valtteri Bottas, Lewis Hamilton, Max Verstappen, Sergio Pérez y Pierre Gasly en los cinco primeros lugares, prometía mucho y no defraudó. Cuando las luces se apagaron vivimos uno de los momentos más intensos de la temporada. Fue en la recta de los 800 metros del autódromo Hermanos Rodríguez de la Ciudad de México, donde Verstappen acomodó el auto por fuera de Bottas y Hamilton, estiró la frenada y los pasó a los dos. Fue una maniobra digna de un forajido al volante.
Ser campeones
Cuando faltan cuatro carreras no sería descabellado decir que estamos viviendo uno de los 10 mejores campeonatos mundiales de la historia. La pelea por ganar entre Hamilton y Verstappen lo convierte en épico. Si bien la forma de rivalidad no es novedosa (el súper campeón, glorioso y experimentado, manejando en los últimos años de su carrera y el joven, promesa indiscutida, luchando por obtener su primer campeonato mundial) el momento de la categoría es único. En los últimos años la Fórmula 1 tuvo un gran incremento de audiencia mundial, sobre todo en jóvenes que día a día copan de opiniones las distintas redes sociales del mundo. Las palabras Hamilton y Verstappen son topics mundiales de búsquedas diarias de los últimos tres meses. Todo lo que hacen, dicen o dejan de hacer y decir es tapa mundial. Estamos atentos a cuando se saludan (si es que lo hacen), si alguno miró sobrando al otro, si se insultaron a través de la radio o si charlaron algunas palabras antes de la premiación (cosa que después de Silverstone no sucedió más). La polarización extrema que vive el mundo en todas sus aristas, no es excepción en la máxima categoría. Lewis y Max son héroes o villanos según quien lee los diarios o mira las carreras. Lo cierto es que debajo de toda esa espuma hay dos talentosos deportistas de alto rendimiento, compitiendo con pasión en la disciplina que aman, intentando llevar una vida normal en familia, con amigos y amores, y manejando la agobiante presión que significa ser campeones del mundo. Creo que allí radica la clave del pequeño pero vital fragmento que resta de la temporada. Cómo van a manejar, Hamilton la presión de no perder, y Verstappen, el miedo a ganar.